Introducción
Si la vida te da limones, ¡hazte nuevas amigas! Diles a las integrantes del grupo que traigan a una amiga a disfrutar una reunión de té y limonada.
Decoraciones
Consulta la página web Orientaltrading.com para ver qué decoraciones están disponibles con el tema de limones, así como platos y tazas con diseños de limones. Usa globos amarillos, serpentina y manteles. Coloca de centros de mesa recipientes llenos de limones o bien frascos con flores reales o artificiales.
Meriendas
Sirve limonada o té helado en pequeños frascos con sorbete (popote). Para destacar el tema, sirve barras de dulce de limón, pastel, muffins o magdalenas de limón. Las pasteleras del grupo podrían compartir su receta favorita a base de limón. Realicen una cata a ciegas para ver si las mujeres logran adivinar quién trajo los diversos elementos.
¿Quién soy?
Divide a las mujeres en grupos pequeños. El tamaño dependerá del tamaño total del grupo. Diles a las integrantes del grupo que escriban sus respuestas a unas preguntas y que las coloquen dentro de una cesta. La primera persona saca una papeleta de la cesta y trata de adivinar cuál de ellas habría contestado la pregunta de esa manera. Si se equivoca, la persona que sigue trata de adivinarlo. Si logra adivinarlo correctamente, recibe un punto. Se continúa así hasta que todas las respuestas correspondan a la persona correcta. Algunas de las preguntas podrían ser: ¿Mi comida favorita es __ ? ¿Yo le tengo miedo a __ ? ¿Mi película favorita es _ ? ¿Se imaginaría alguien que yo una vez ____?
A propósito de limones
Busca en Internet datos interesantes y entretenidos sobre los limones y compártelos con las mujeres.
La amistad con Dios
Se cuenta la historia de un niño que quería conocer a Dios. Consciente de que Dios probablemente vivía muy lejos y de que había que prepararse para un largo viaje, hizo lo razonable, es decir, empacó una maleta llenándola de pastelitos Twinkies® y de un paquete de seis latas de gaseosa. Cuando hubo andado unas tres cuadras, decidió sentarse en una banca en el parque. Del otro extremo de la banca había una mujer de edad avanzada que miraba a las palomas.
El niño, que sentía mucha sed, abrió la maleta y sacó una lata de gaseosa. Cuando se aprestaba a beber el primer sorbo notó que la señora parecía tener hambre. De modo que le ofreció un pastelito Twinkie®. La señora lo premió con una dulce sonrisa, por lo que él además abrió una lata de gaseosa y se la ofreció. Un vez más, ella sonrió cariñosamente. El niño se sentía encantado. Los dos se sentaron juntos toda la tarde comiendo, bebiendo y sonriendo, pero nunca pronunciaron una palabra. Cuando empezó a ponerse el sol, el niño se dio cuenta de que se sentía cansado y decidió regresar a casa. Tras andar sólo unos pocos pasos, se dio vuelta, corrió donde la señora y le dio un gran abrazo. Y ella le regaló su sonrisa muy cariñosa.
Cuando el niño abrió la puerta de la cocina de su casa, su mamá se sintió sorprendida por la mirada de alegría en su cara. Le preguntó: “¿Qué hiciste hoy que te ha hecho tan feliz?” Y él le contestó: “Almorcé con Dios”. Antes de que su madre pudiera contestar, él agregó: “¿Sabes una cosa? ¡Ella tiene la sonrisa más linda que jamás haya visto!”
Entretanto, la señora de edad avanzada, radiante de alegría, volvió a su casa. Su hijo se sintió sorprendida por la mirada de serenidad que irradiaba su rostro. “Madre, ¿qué hiciste hoy que te ha hecho tan feliz?” Ella contestó: “Comí unos Twinkies® en el parque en compañía de Dios. “¿Y sabes una cosa? Él es mucho más joven de lo que me había imaginado”.
La historia nos hace sonreír, pero también destaca una verdad importante. La amistad con Dios es algo que todas deseamos, nos demos cuenta de ello o no. Dios nos creó de esta manera—está en nuestro ADN. En el Jardín de Edén Dios caminó y conversó con Adán y Eva. Génesis 3:8 nos dice que “Cuando el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios el Señor andaba recorriendo el jardín” (Gén. 3:8). Él buscó su compañía para que hablaran con Él sobre el día que habían tenido, o quizás para compartir con ellos la belleza de la puesta del sol. ¡Cómo se habrá dolido su corazón cuando Adán y Eva confesaron haber hecho aquella única cosa que Él les había pedido que no hicieran! Por su rebeldía, tuvieron que abandonar el Jardín y se les prohibió regresar. Dios se vio en la necesidad de practicar el amor exigente. El más difícil de todos los amores.
Desde esos tiempos, los hombres y las mujeres han tratado de llenar el vacío que esa experiencia dejó en nuestro interior con todo tipo de religiones y filosofías. Pasiones vacías que nos llevan a beber, gastar, comer, buscar satisfacción en las riquezas, el poder o el sexo. Todas estas cosas huecas no consiguen llenar el vacío que sienten por dentro. Sólo hay una respuesta. San Agustín escribió: “Nos has hecho, Señor, para ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en ti.”
Tenemos que saber que todo este tiempo Dios ha tenido un plan para reconciliarnos y restaurar nuestra amistad con Él. Ese plan le costó muy caro—le costó la vida. Romanos 5:8–11 nos cuenta toda la historia: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de Él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no solo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a Él ya hemos recibido la reconciliación”.
¡La amistad con Dios! No hay nada mejor que eso en esta vida. Cuando ponemos nuestra confianza en Él y en la libertad que es nuestra por medio de la muerte y resurrección de su Hijo, Jesucristo, podemos llamarnos amigas de Dios. Así como hemos pasado este rato aprendiendo a conocernos mejor, Dios nos invita a aprender a conocerlo mejor a Él leyendo su Palabra. Él quiere que compartamos cada uno de nuestros días con Él así como también nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras noches de insomnio y los momentos que nos dejan sin aliento. La oración es una conversación con Dios, nuestro mejor amigo.
¿Puedes decir hoy con toda convicción: “Yo soy amiga de Dios”? La Biblia nos dice que, si nos acercamos a Dios, Él se acercará a nosotros (Santiago 4:8). Si quieres dar el primer paso para acercarte a Él, Él saldrá a tu encuentro donde sea que tú estés. Hoy es un buen día para entablar una nueva amistad.
Concluye la reunión con una oración e invita a todas las integrantes del grupo que quieran saber un poco más acerca de lo que hablaron a reunirse contigo después de la reunión. Canten la Canción 301, “¡Oh, qué amigo nos es Cristo!” del Cancionero del Ejército de Salvación.