Decoración
Usa cordel para pescar y cuelga del techo varios paraguas abiertos, con las asas apuntando hacia abajo. Pega serpentina de color celeste a los paraguas de manera que parezca lluvia. Cubre las mesas con manteles de color celeste.
Meriendas
Preparen un plato de verduras en forma de arcoíris (pimientos rojos, pimientos verdes, pepinos verdes, pimientos amarillos, zanahorias). Provee humus (paté de garbanzos) y el aderezo ranch como salsas para las verduras. Corta una naranja por la mitad y luego las mitades en rodajas en forma de media luna. Adhiere estas rodajas a un sorbete (popote) flexible, de manera que la punta flexible del sorbete parezca el asa del paraguas. También pueden usar quesos Babybel® con el envoltorio abierto a medias.
Ideas del programa
Cuántas palabras
Diles a las mujeres que escriban la palabra “paraguas” y “lluvia” en la parte de arriba de un individual de mesa de papel. La idea es ver cuál de ellas logra formar el mayor número de palabras posible usando las letras de estas dos palabras. Premia a la ganadora con un paraguas nuevo.
Mi paraguas
Diles a las mujeres que traigan de casa un paraguas que tenga una característica que le sea única. Aliéntalas a compartir el lugar donde lo adquirieron. Invítalas también a compartir una historia divertida relacionada con la lluvia o un recuerdo asociado con la lluvia.
¿Sabías que . . .?
La palabra en inglés “umbrella” (sombrilla) deriva del latín “umbra” cuyo significado al español es “sombra”. Describe la función de este implemento que nos protege del sol (lluvia). También se conoce como parasol, quitasol, sombrilla y paraguas. La historia del paraguas se remonta a las sombrillas del primer siglo d.C. En el antiguo Egipto eran usados como marca de distinción de clase social. En la antigua Roma, las sombrillas eran usadas para protegerse del sol. En Siam, los nobles llevaban sombrillas con telas pintadas que colgaban de sus extremos. En los siglos XVII y XVIII, se usaban como protectores contra los rayos solares y eran conocidos como ‘parasoles’. Hacia fines del siglo XVIII, gracias a un recubrimiento de cera, eran usados como protección contra la lluvia. Y también se los usaba como implementos de protección personal. En el siglo XX, los paraguas se volvieron cada vez más refinados hasta convertirse en algunos casos en armas de autodefensa y se modernizaron gracias al invento del mecanismo del botón, que les permitía abrirse automáticamente. Han influenciado tanto el arte como la arquitectura. Pero por lo general se los suele considerar como un objeto común y corriente de uso personal, que suele perderse de vista en el fondo de los armarios y bajo los asientos de los automóviles.
Lluvia, lluvia, lluvia
¿Pero por qué estamos pensando en la lluvia y en los paraguas?
Lean 1 Corintios 15:1–4.
En 1 Corintios 15:2 se nos recuerda que el “Evangelio” o “las Buenas Nuevas” nos salva y que esto es lo más importante (versículo 3). ¿Cuál es esta buena nueva? Es la buena nueva de que Cristo murió por nosotros, fue sepultado y resucitó al tercer día. Como consecuencia de la muerte, entierro y resurrección de Cristo, tenemos nueva vida en Él. Su sangre, derramada en la cruz, nos ha salvado del costo que de otro modo deberíamos pagar por nuestro pecado, ha vencido al poder del pecado en nuestras vidas y nos ha dado una nueva vida en Cristo ahora y por la eternidad.
Éstas son las Buenas Nuevas de la que hoy y siempre podemos depender. ¿Cuántas veces no hemos reflexionado que somos demasiado malos para poder ser salvas o bien, que no somos pecadores y por lo tanto que no necesitamos a Dios? La verdad es que todos nacemos en estado de pecado. Todos somos pecadores y ese pecado nos separa de Dios. Pero Cristo murió por nuestros pecados y su sangre derramada significa que cuando lo aceptamos a Él en nuestras vidas dejamos de ser considerados pecadores por Dios, quien nos ve como redimidos. Ahora dejamos de ser indefensos ante el pecado pues somos empoderados por Cristo para vencer a ese pecado y como resultado de ello se nos da el don de la vida eterna. Ésta es por cierto una razón para celebrar. Es por lo que hoy celebramos la bondad de Cristo que “llueve” sobre nosotros. ¡Qué grande es el don que Él nos ha dado!
Los paraguas nos ayudan a mantenernos secas de la lluvia, así como las sombrillas o parasoles nos protegen de los rayos del sol. Pero ¿has dejado ese paraguas a un lado alguna vez y has levantado la mirada hacia el cielo para dejar que la lluvia caiga sobre tu cara? ¿Sobre tu lengua? ¿Has bailado alguna vez bajo la lluvia? A los niños les encanta hacer esto.
Hay una canción infantil que solía cantar Barney el Dinosaurio morado (Si las gotas de lluvia). Dice así:
“Si las gotas de lluvia fueran de caramelos,
abriendo la boca para saborear,
ah ah ah ah ah ah”.
Así, pues, si piensas en el don que Dios te ofrece a ti como una lluvia de bondad, ¿por qué no saldrías al aire libre bajo esa lluvia a abrir los brazos y dejar que te moje por completo?
Concluyan el encuentro de hoy cantando la canción 318 “Lluvias de bendición grandes” del Cancionero del Ejército de Salvación. Abran sus brazos y mientras cantan piensen cómo las dádivas de Dios llueven sobre cada una de ustedes, cubriéndolas y transformándolas.