Junio 2019 — Somos una familia

Junio 2019 — Somos una familia

Introducción

“Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios” (Romanos 8:17, NTV). Este versículo nos asegura que podemos celebrar el ser adoptadas al sacerdocio de todos los creyentes. Recuérdales a las integrantes del grupo que todas somos Sus hijas y herederas.

Centro de adoración

Ten preparado un centro de adoración con un mantel de color azul o morado, perlas y otras joyas que representen la realeza.

Llamado a la adoración

Lectura antifonal

Líder: Incluso antes de hacer el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que fuésemos santos y sin falta ante sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a Él por medio de Jesucristo.

Todas: Dios te salvó por Su gracia cuando creíste en Él. Y no puedes arrogarte el crédito por esto: es un don de Dios. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús.

Líder: Y el plan de Dios consiste en lo siguiente: tanto judíos como gentiles que creen las Buenas Nuevas gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios.

Todas: Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos. Y debido a que somos sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar “Abba, Padre.”

Líder: Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando Él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos “Abba, Padre”, pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, juntos con Cristo somos un pueblo elegido.

Todas: Pues ustedes son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues Él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en Su luz maravillosa.

(Pasajes bíblicos tomados de Efesios 1:5,6; 2:6,10; 3:6; Gálatas 4:5,6; Romanos 8:15-17; I Pedro 2:9) NTV

Canción: 289, “Soy consagrado a Cristo”, Cancionero del Ejército de Salvación.

Oración de apertura

Compartamos

Como preparación para el momento que dedicarán a compartir, compra tarjetas con piedras natalicias que incluyan una explicación de su significado para entregarle una a cada una de las integrantes del grupo. Algunas librerías cristianas suelen vender unas que incluyen además versículos bíblicos como explicación del sentido de cada piedra natalicia. También se las puede hacer a mano. Investiga en Internet todo lo que puedas averiguar sobre las piedras natalicias y su significado. Si optas por crear tus propias tarjetas, incluye un versículo bíblico junto con una pequeña gema. Pasa revista a la lista de integrantes del grupo y toma nota del día de cumpleaños de cada una de ellas de manera que estés preparada con las gemas apropiadas. Con antelación, diles a varias de las mujeres que compartan con el grupo el momento en que se convirtieron en hijas del Rey. Dales la oportunidad de compartir su promesa bíblica con el grupo.

Manualidad

Compra coronas de cartulina en una tienda de artículos para fiestas o en una tienda de “Todo a un dólar”. También puedes conseguir este tipo de coronas en un Burger King®. Compra bolsas de piedras preciosas (para estos efectos, semipreciosas) en una tienda de manualidades y diles a las integrantes del grupo que decoren sus coronas con esas piedras preciosas. Habla sobre el hecho de que cada una de ellas es hija del Rey.

El complejo de la Cenicienta

Mi cuento de hadas favorito a lo largo de toda mi niñez era “La Cenicienta”. Lo leía una y otra vez. Mi vida tiene algunos paralelos con la historia de la Cenicienta. Yo era la hija de un verdadero “minero del carbón”. Era una de 16 hijos y a veces mi padre, que era alcohólico, era muy cruel con nosotros. Cuando mi madre se enfermó tras un aborto natural, tuve que dejar la escuela en mi segundo año de secundaria para ayudar a cuidar a mis hermanos y hermanas menores. De niña, solía fantasear con vivir en un palacio, vestirme como la hermosa Cenicienta y ser dueña de una cama con dosel que era totalmente mía y que no tenía que compartir con ninguna de mis tres hermanas. Eventualmente, mi príncipe azul llegó, y como quiso Dios, ambos proveníamos de situaciones familiares parecidas. Hemos estado viviendo con regocijo en el Señor por los últimos cuarenta y ocho años, ya bien encaminados a ser “felices para siempre”. Solemos bromear diciendo que el Ejército de Salvación nos halló en una caja roja y se quedó con nosotros, aunque sin duda hay algo de verdad en eso que decimos en broma.

Como todas las fantasías infantiles, la realidad de la vida se impuso a medida que crecía y maduraba como persona. Mediante el amor redentor de Jesús, fui adoptada en otra familia—la familia de Dios. El camino que Él eligió para mi vida me condujo a una pequeña Avanzada del Ejército de Salvación, donde aprendí acerca del amor de Dios y entregué mi corazón a Cristo. Fue ahí donde encontré amor y aceptación. Hasta el día de hoy sigo viendo los rostros de esas hermosas mujeres de la Liga del Hogar que me guiaron en los caminos del Señor y también los de mis queridos oficiales directivos, con lo que viví durante un tiempo. Ellos me ayudaron a saber y a entender que yo realmente formaba parte de la maravillosa familia de Dios.

Las Escrituras nos recuerda que Cristo dio su vida para redimirnos. Salvadas por Su gracia, recibimos el don de una gloriosa herencia y nos convertimos en hijas de Dios. Tenemos un Padre celestial, y Su Espíritu afirma con nuestro espíritu que somos suyas. Hemos sido adoptadas y como herederas suyas tenemos el derecho a gozar de todos los beneficios del reino de Dios. Es más que una mera fantasía como la de la Cenicienta. Es una realidad hecha posible gracias a la obra redentora de Cristo.

Voy a pedirte que te pongas tu corona (la que hicimos en el momento que dedicamos a las manualidades) como manera de dar a entender que te sientes orgullosa de reconocer que formas parte de la familia de Dios y que eres hija de un Rey. Un día todas experimentaremos la realidad de “ser felices para siempre”, la vida eterna en Cristo, y recibiremos a través de Él la gloriosa herencia del reino del cielo.

Concluye la reunión de hoy cantando la Canción 190 del Cancionero del Ejército de Salvación: “Jesús, yo te amo y tuyo seré”. (Recalca el cuarto verso: “En bellas mansiones celestes, sin par, tus glorias eternas habré de cantar; tu gracia bendita será mi canción, borrando mis culpas, me diste perdón”.