¡Bienvenidas a casa!
Música preliminar: “Home” (“A casa voy”) por Chris Tomlin
(Consulta YouTube para ver el video en español)
Partes de nuestros hogares
Exhibe elementos significativos que las damas hayan traído de sus hogares.
¡Bienvenidas a casa!
Invocación
Una comida hecha en casa – (El asado de los domingos con guarnición)
Un vistazo a nuestro hogar
(Momentos especiales del Programa Anual y las Finanzas del Ministerio Femenino)
Componentes clave de nuestro hogar – Reconocimiento de líderes
“Tu corazón, Su hogar” – Devocional
Canción final – “¡Hogar, mi dulce hogar!”
#501 Cancionero del Ejército de Salvación
Bendición
Decoraciones
Exhibe frascos llenos de flores silvestres, junto con recortes de casitas de madera y velas. Las decoraciones de mesa podrían ser una galleta en forma de casa. Cuelgue del techo banderolas con las palabras “Hogar, Dulce Hogar”. Crea un ambiente de una sala hogareña utilizando algunas sillas, una mesa y una lámpara. Agregue cojines decorativos con las palabras: “Hogar, Dulce Hogar”.
Mesa Central —Partes de nuestro hogar
Use un mantel de encaje y otras capas de tela para exhibir los artículos que las integrantes del grupo trajeron de sus casas. Proveer una tarjetita para que describan el artículo y su importancia incluyendo su nombre. Antes o después del programa, invite a las participantes a mirar la exhibición. Ésta también podría ser un elemento del programa.
Mesa de bienvenida
En la mesa de bienvenida, coloque un letrero con las palabras de Juan 14:2: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si así no fuera, ya os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar un lugar para vosotros” (VRV, 1960). Usando una libreta de contactos, invite a las integrantes del grupo a escribir su versículo bíblico preferido en la sección de comentarios. Después del programa, haga una lista de estos versículos y envíeselos por correo a las participantes.
Recuerdos para la reunión
Algo que represente el hogar sería adecuado: velas, paños de cocina, llaveros.
Devocional
“Tu corazón, Su hogar”
Nuestras vidas giran en torno a nuestros hogares. Ahí criamos a nuestros hijos, vivimos esos momentos hermosos que más tarde atesoraremos como recuerdos, celebramos la vida y creamos espacios que disfrutamos. Un hogar debe ser un lugar en el que te sientes segura, un lugar de renovación y retiro donde bajas todas las barreras y simplemente eres esa persona que fue creada para vivir en Cristo.
¿Te has encontrado alguna vez en medio de un largo viaje deseando poder llegar a la puerta de tu casa y decir: “¡Por fin, llegué a casa!” O quizás has estado a una buena distancia de donde vive tu familia y los has oído decirte: “¿Cuándo regresas a casa?” Conocemos esa frase de la película El Mago de Oz: “No hay ningún lugar como nuestro hogar, No hay ningún lugar como nuestro hogar”. Y así es: no hay ningún lugar como el hogar.
Aprendemos lo que es amar en el seno de nuestro hogar. Cuando pienso en el amor terrenal y lo mucho que amo a todas las personas que Dios ha puesto en mi vida, sé que nada se puede comparar con Aquél que es todo amor. “Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre” (Juan 1:14, NTV). El pasaje bíblico de Juan 1:14 usa la palabra “vivir” para describir a Dios que viene al mundo en forma humana a estar entre nosotros. Él era y está inmerso en todo lo que ha sido y en todo lo que es. Él vino para ser parte de nuestras vidas. Es emocionante, ¿no te parece? O quizás eso nos haga sentir más bien un poco de pánico.
Por medio de la fe invitamos al Salvador a nuestro hogar, a nuestro corazón. Probablemente recordarás un momento en tu vida en que alguien te preguntó: “¿Te gustaría invitar a Jesús a entrar en tu corazón?” Para algunos niños, esta pregunta los deja perplejos. ¿Cómo puede Jesús vivir en mi corazón? Él es un gran tipo, el creador de los cielos y la tierra. Hoy podemos sonreír cuando escuchamos este razonamiento, pero la verdad es que el Dios del Universo desea vivir permanentemente dentro de nosotras mientras le entregamos el control sobre nuestras vidas. La Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Jesús vino porque el pecado debía ser confrontado y derrotado.
¡Increíble! Jesús experimentó nuestro mundo, nuestro hogar, para que Él pudiese expresar entre nosotros Su inagotable amor y Su fidelidad de una manera que pudiésemos comprender. La palabra “inagotable” quiere decir “que nunca cambia ni se debilita en momento difíciles”. Su amor nunca cambia—no depende de lo que tú hagas o no hagas, o de los obstáculos que puedas encontrar en tu camino de fe. Su amor es inagotable, al contrario de las historias desastrosas de amor que leemos en las revistas. No, no. No hay ninguna duda en Su relación de amor con nosotras. Él siempre es fiel.
Jesús vino para escribir la mejor historia de amor de toda tu vida. Él mismo es amor y dio Su vida por ti. No existe una historia de amor más dulce. ¿Has visto Su gloria? ¿Has aceptado el regalo de Su amor verdadero? ¿Has dejado que Jesús se sienta en casa, en tu corazón?
Oración
Dulce Jesús, no hay otro nombre que amemos más que el tuyo. Danos a conocer el amor inagotable que nos cubre como hijas del Rey. ¡Que tu palabra se imprima en la tabla de nuestros corazones de modo que podamos experimentar la plenitud de tu gloria y tu gracia! Que nuestros corazones reflejen a Aquél a quien servimos. En el nombre de Jesús, Amén.