Ideas del programa
Bendiciones musicales
Diles a las integrantes del grupo que escriban tres maneras en que Dios las ha bendecido a lo largo del año. Diles que no pongan sus nombres en la hoja de papel. De manera similar al juego de las sillas musicales, pon a tocar la canción “Bueno es Dios” por Don Moen (disponible en español en YouTube®). Haz que pasen la hoja de papel hacia la derecha hasta que la música se detenga. La persona que tenga la hoja en la mano cuando la música haya parado, se la lee al resto del grupo. Se sigue haciendo todo esto hasta que todas las hojas hayan sido leídas.
Proyecto de servicio
Preparen bolsas con artículos de apoyo conocidas como bolsas de “Conciencia del Cáncer de Mama” o “Son Shine Bags”. Llena bolsas de color amarillo con artículos que sean de ese color. Se puede adquirir artículos a bajo precio en las tiendas de “Todo a un dólar”—golosinas, chicle, esponja para bañarse, loción para las manos. Se puede regalar estos elementos al visitar a alguien en el hospital o enviarlos a alguien que está pasando por un momento difícil. El color amarillo representa la luz resplandeciente de Jesús.
Llenen bolsas rosadas con artículos rosados. La idea es llevarlas al centro del cáncer más cercano de su comunidad para repartirlos entre las mujeres que estén pasando por tratamientos de quimioterapia o de radiación. El mes de octubre es el Mes de Conciencia del Cáncer de Mama. Estas bolsas de colores también se pueden usar para el programa del Ministerio de Cuidado Comunitario.
Diles a las integrantes del grupo que escriban una nota de aliento y compartan un versículo bíblico que incluirán en las bolsas. Informen a las beneficiarias de este obsequio que cuando las bolsas fueron llenadas, se ofreció una oración por ellas. Incluyan una copia del Grito de Guerra junto con información de contacto.
La bondad del Señor
Me encanta la temporada de otoño. Yo soy oriunda de California. Es por eso que muchas personas de otros estados me dicen que nosotros los californianos no sabemos distinguir entre una estación del año y otra. Eso no es cierto. Sé que es verano porque los niños salen de la escuela y la temperatura supera los 75 grados Fahrenheit. Yo sé que es primavera porque en la ferretería de mi vecindario toda la tierra abonada para macetas, las flores y las herramientas de jardinería están a la oferta. Sé que es invierno porque, créanlo o no, llueve (no mucho, ¡pero lo hace!) Sé que es otoño porque el árbol en mi patio cumple su rito anual. Hacia fines de septiembre, las hojas cambian de color a un amarillo pálido. Hacia fines de octubre, cambian a un color naranja intenso y hermoso. Luego, para el Día de Acción de Gracias el árbol ya no tiene hojas. Me encanta ver cómo mi hermoso árbol cambia a lo largo del año y sé que, con la llegada de la primavera, comenzará a mostrar nuevos brotes y flores, y que para mitad del verano contaré con unas peras deliciosas.
Yo me figuro mi vida como ese árbol. En cada temporada de mi vida, el Señor ha sido bondadoso conmigo. En nuestro pasaje bíblico de hoy leemos: “Recordaré el gran amor del Señor …” En la primavera de mi vida, mis sueños eran altos y llenos de flores. Dios me estaba enseñando que sus planes para mí eran planes de bien y de bondad. Cuando mi padre perdió su trabajo y sufrió un ataque al corazón, todo en una semana, Dios nos mostró que no estábamos solos. “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia …” (Rom. 8:35 NVI). Mi padre se recuperó no sólo físicamente, sino que además se consiguió otro trabajo. El Señor fue bondadoso con nosotros.
En el verano de mi vida, Dios vio que había algunas ramas que sin duda alguna había que cortar y echar al fuego. Fue un proceso doloroso que duró bastante tiempo, pero en medio de todo ello, Él estuvo siempre presente. “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda …” (Heb. 12:5 NVI). Incluso en medio de la disciplina, yo podía decir: “Gracias por amarme”. ¡Cuán bondadoso ha sido y sigue siendo el Señor!
El invierno de mi vida estuvo lleno de muchísimas dudas, confusión y dolor. “Aun si voy por valles tenebrosos no temo peligro alguno, porque tú estás a mi lado” (Salmo 23:4 NVI). El dolor del rechazo y menosprecio de parte de los demás me hizo cuestionarme quién era yo y para qué vivía, o mejor aún, sencillamente por qué estaba viva. Dios me mostró que no eran las opiniones de los demás lo que me definía como persona. ¡Más bien, era el hecho de que soy hija de un Rey Todopoderoso—una princesa! Yo era objeto de la bondad infinita del Señor. No estaba ni andaba sola por la vida.
De manera que ahora, en el otoño de mi vida, puedo rememorar mis experiencias y ver que he sido inmensamente favorecida. “Recordaré el gran amor del Señor, y sus hechos dignos de alabanza, por todo lo que hizo por nosotros” (Isa. 63:7). Esas obras son demasiada numerosas para ser mencionadas, pero basta mencionar sólo un puñado de ellos: salud, seguridad, personas cariñosas, gracia que me rodea y misericordia. No sólo me ha bendecido Dios con cosas que son significativas aquí en la tierra, sino que Él también me ha bendecido con el don más significativo de todos, aquél que perdurará por toda la eternidad—la salvación. Esas obras son ciertamente algo por lo cual adorarlo pues Él ha hecho y sigue haciendo tantas cosas buenas por nosotras.
Oración
Padre Celestial, qué palabras podemos usar para expresar nuestro agradecimiento por las bendiciones que has derramado sobre nosotras, bendiciones que ciertamente no merecemos. Pero en tu infinita misericordia y amor tú abres las compuertas del cielo y las derramas sobre nosotras. Todo lo que tenemos que hacer es darte nuestros corazones. Úsanos como estimes conveniente y te daremos todo el honor y la gloria por los siglos de los siglos. En nombre de Jesús, oramos. Amén.