Introducción
Este programa es un té de compañerismo durante el cual las mujeres discutirán preguntas y pasajes bíblicos inspiradores sobre quiénes somos en Cristo.
Pasajes bíblico: 1 Juan 1:7; Efesios 2:10; Romanos 8
Refrigerio
Para un grupo grande, pida que traigan un plato para compartir. Para un grupo pequeño, sirva bebidas calientes y bocados ligeros.
Actividad
¿Quién soy yo? Juego de adivinanza
Pida a las mujeres que escriban algo interesante sobre ellas y que probablemente no conozcan las demás personas del grupo. Según el tamaño del grupo, este juego se puede jugar de dos maneras. Para grupos grandes, arme dos equipos que deben adivinar la identidad de la mujer sobre quien se comparten los datos. Para grupos pequeños, pídale a alguien que lea. Quien crea conocer la identidad de la mujer debe ser reconocida antes de dar la respuesta.
Collage: ¿Quién soy yo?
Invite a las mujeres a escribir una palabra que describa a las otras personas del grupo. Al final de la actividad, cada mujer tendrá una lista de cualidades personales positivas que ayudarán a reforzar una identidad propia positiva. Para hacer un recuerdo que pueden llevar a sus hogares, junte las listas, escríbalas en una nube de palabras en línea e imprímalas. Puede acceder desde: https://nubedepalabras.es. También puede pedir a las mujeres que escriban las palabras en caligrafía en papeles gruesos y con bolígrafos de colores.
Lea los pasajes bíblicos
Al final del programa, imprima los pasajes bíblicos que explican nuestra identidad en Cristo. Pida a las mujeres que elijan uno y lo lean frente al grupo.
Tiempo de oración
Pida a las mujeres que reclamen un rasgo positivo de su identidad y que se centren en él durante las siguientes semanas.
¿Quién es usted?
¿Aprendieron algo nuevo hoy sobre otra persona del grupo? A menudo pasamos tiempo con amigas, pero no aprendemos los detalles importantes de sus vidas. ¿Aprendieron algo nuevo que las ayuda a entender mejor a las miembros de nuestro grupo?
Mateo 16 registra una conversación entre Jesús y Sus discípulos. Para el momento de la conversación, Jesús ya había pasado bastante tiempo con Sus discípulos. Lo habían visto realizar milagros. Habían escuchado Sus enseñanzas y probablemente sentían que lo conocían muy bien. Sin embargo, ese día Jesús les hizo una pregunta inusual. Mateo 16:13, 14 dice: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: —Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas». Jesús luego les preguntó (v. 15): «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro contestó rápido: «El Cristo de Dios» (Lucas 9:20). Jesús estaba complacido con la respuesta de Pedro: «—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo» (Mt 16:17).
Hoy, Jesús sigue haciendo la misma pregunta: «¿Quién dicen que soy yo?». Para nosotras, no es suficiente saber lo que otros creen acerca de Jesús. ¿Qué creemos nosotras? Jesús quiere que tomemos una posición y que declaremos que Él es el Mesías, el Hijo de Dios, que se lleva los pecados del mundo.
Ejemplo de oración final
Dios, gracias por Tu Palabra que nos dice quiénes somos gracias a quién eres Tú. Señor, te pido que continúes recordándonos quiénes somos y de quién somos. El mundo intentará derrumbarnos y forzarnos a adoptar identidades que están definidas por nuestros pecados, nuestro pasado y nuestros errores. Ayúdanos a permanecer firmes y fuertes en Tus promesas para nosotras. Somos amadas, perdonadas, conocidas, valoradas, elegidas, luz, santas, ciudadanas del cielo e hijas de Dios. Somos creaciones maravillosas del Creador amoroso. Gracias por haber enviado a Tu Hijo, Jesús, a morir para que pudiéramos tener una relación contigo. Te pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Pasajes bíblicos
«Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente» (Gn 2:7).
«Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó» (Gn 1:27).
«Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre» (Sal 139:13).
«¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!»
(Sal 139:14).
«Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones» (Mt 10:31).
«Pues lo hiciste poco menos que Dios, y lo coronaste de gloria y de honra» (Sal 8:5).
«Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios» (Juan 1:12).
«Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Juan 15: 5).
«Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes» (Juan 15:15).
«Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús» (Ro 8:1).
«Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria» (Ro 8:17).
«Va dirigida a la iglesia de Dios en Corinto, a ustedes que han sido llamados por Dios para ser su pueblo santo. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros» (1 Co 1:2, NTV).
«¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños» (1 Co 6:19).
«Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu» (1 Co 6:17).
«Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2 Co 5:17).
«Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud» (Gl 5:1).
«Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo» (Ef 1:3).
«Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él» (Ef 1:4).
«En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia» (Ef 1:7).
«En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad» (Ef 1:11).
«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!» (Ef 2:4-5).
«Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales» (Ef 2:6).
«Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» (Ef 2:10).
«Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz» (Ef 5:8).
«En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo» (Flp 3:20).
«Hermanos amados de Dios, sabemos que él los ha escogido» (1 Ts 1:4).