Mayo 2020 – ¡Seamos como María!

Mayo 2020 – ¡Seamos como María!

Adoración valerosa

¿Qué es la adoración valerosa? El diccionario de WordReference y de la RAE la definen como:

  1. Que tiene valentía y arrojo
  2. Que tiene mucho poder o eficacia

Cuando pensamos en adorar al Señor, ¿podemos decir que nuestra adoración es valerosa? Si no es así, ¿de qué manera necesitaríamos cambiar?

La capilla

Como preparación para la adoración, baja las luces de modo que queden reducidas a un tenue fulgor. Si no se puede bajar las luces, trae un par de lámparas y colócalas hacia el fondo de la capilla. Enciende velas y colócalas en la parte de adelante de la capilla. Si se reúnen durante el día, enciende las velas de todas maneras o bien usa la luz natural. Coloca imágenes impresas de Jesús por toda la capilla. Muchas de estas imágenes se pueden hallar en Internet. Pon a tocar de fondo una música suave de adoración.

Actividad

Invita a las mujeres a pasearse por el salón y a escoger una imagen de Jesús que de alguna manera les llegue al corazón. Diles que traigan esa imagen consigo de vuelta a su silla. Después de unos minutos, invita a las mujeres a compartir la razón por la que escogieron esa imagen.

Meriendas

Sirve “bollos de la resurrección” (en inglés: resurrection biscuits). Busca en Internet la receta y la explicación de cómo se aplican los bollos al sepulcro vacío. Los siguientes son un par de sitios: http://www.meemaweats.com/2017/04/easter-resurrection-empty-tomb-biscuits/ http://www.celebratingholidays.com/?page_id=3282

Si hubiese visto a Jesús

Cada una  de nosotras ve a Jesús de una manera diferente en su corazón. Mateo 28 cuenta que María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro de Jesús. Quiero que te imagines cómo habría sido la experiencia de caminar junto a ellas temprano esa mañana de domingo. ¿Cuáles eran sus pensamientos y temores? Cierra los ojos y escucha mientras leo ese pasaje de la Escritura:

“Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. (haz una pausa) ¿Sientes el aire fresco de la mañana? ¿Sientes la quietud de la tierra mientras avanzas por el camino en la penumbra de la mañana? Sientes desfallecer tu corazón porque sabes que tu Mesías ha muerto. Y luego… “Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos”. Tu corazón da un sobresalto. Cegada por la luz, buscas la mano de María, y está temblando igual que la tuya. ¿Debieras huir corriendo? Tus piernas están paralizadas… “El ángel dijo a las mujeres: ‘No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: ‘Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán’. Ahora ya lo saben’. Así que las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro y las saludó.” (haz una pausa) Jesús te llama por tu nombre. ¿Qué haces tú? ¿Le respondes? ¿Le responderías de inmediato o vacilarías? Él les dice: “No tengan miedo”. ¿Hay algo que te está haciendo vacilar?

“Ellas (las dos Marías) se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. ‘No tengan miedo’, les dijo Jesús’. ‘Vayan a decirles a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y allí me verán’.”

Abran los ojos. Esta historia no es sólo sobre el hecho de que Jesús venció a la muerte; es sobre la adoración valerosa que ambas Marías mostraron en este pasaje. No había nada que les iba impedir adorar a su Salvador. Ningún obstáculo, excusa u orgullo. Muchas veces en nuestras  vidas olvidamos lo fuerte y poderoso que es realmente nuestro Jesús. Solemos enfocarnos en lo grandes que nos parecen nuestros problemas. Los problemas que enfrentamos nos impiden ver lo importante que es la adoración. Cuando creemos que nuestros problemas son más grandes que nuestro Jesús es porque estamos limitando nuestra fe y lo que el poder de Jesús es capaz de hacer. El hecho de enfocarnos en problemas y situaciones de la vida diaria puede ser un impedimento para experimentar el gozo y la paz que hallamos en Jesús. Para poder vivir en nuestras vidas una fe valerosa debemos aprender a confiar plenamente en Jesús y a dejar que Él nos ame con fervor. Cuando servimos a Jesús, el Creador del universo, no debemos quedar presas del temor o limitarnos a orar por cosas pequeñas.

Jesús vino y murió de una manera horrible por todas nosotras, pero eso no fue el final de todo. Él conquistó a la muerte. Si Jesús es capaz de sanar a los enfermos con un toque de su mano, crear la realidad pronunciándola con su palabra y conquistar a la muerte, ¿por qué no iba Él a ser capaz de manejar nuestras frustraciones cotidianas? Él es el único que puede ver y entender completamente cualquier situación que podamos estar enfrentando.

Empecemos ahora todas juntas a elevar al Señor nuestra oración valerosa. En el reverso de tu imagen de Jesús haz una lista de todo lo que pudiera estar impidiendo que adores y ores al Señor al máximo de tus capacidades. Dedica tiempo a orar con Jesús y deja que Él asuma el control de todas esas cosas. Jesús quiere darte lo que realmente necesitas. ¿Hay algo que has tenido miedo de pedirle? Ve a Él y preséntale valerosamente los deseos de tu corazón. No temas dedicar este momento de adoración a clamar a nuestro Señor,  y no te preocupes de la manera como desees expresar tu valeroso clamor.