Marzo 2019 — Cadena de favores

Marzo 2019 — Cadena de favores

Pasaje bíblico relacionado: Filipenses 2:1-4.

Proyecto de servicio

Invertir en el futuro de un joven

Puede ser el caso que un maestro o maestra de la Escuela Dominical haya invertido en tu vida cuando eras niña. Como resultado directo de esa inversión, tú pudiste desarrollar una relación más profunda con el Señor. Quizás ya es hora de continuar con “la cadena de favores” tomando el rol de mentor e invirtiendo en la vida de alguien en tu Cuerpo o asumiendo un puesto de liderazgo.

Cadenas de favores

La próxima vez que vayas a un restaurante de comida rápida en que pides tu orden desde tu automóvil, paga no sólo por tu comida sino también por la de la persona que está en el automóvil detrás de ti. No te quedes esperando a ver su reacción. No hagas otra cosa después que decir una oración por esa persona.

Manualidad—Déjate querer
Van a necesitar:
Frascos
Cinta decorativa
Pintura/marcadores para usar en vidrio (se puede usar un marcador permanente)

Instrucciones: Decora un frasco con la frase “Déjate querer”. Llena el frasco con papeletas que contengan atributos que admiras en las personas que te rodean. Cada mes, vacía el frasco y busca una manera anónima de hacer llegar estas papeletas a las personas cuyos atributos se describen en ellas.

Actividad

Coloca una silla en medio de un círculo e invita a una mujer a sentarse en ella. Diles a todas alrededor del círculo que digan una cosa simpática acerca de esa persona. Una vez que todas hayan dicho algo, otra persona se sienta en el medio y recibe los cumplidos. Continúen de esta manera hasta que todas hayan tenido la oportunidad de sentarse en la silla del medio.

Ideas para la merienda

Una semana antes del encuentro, organiza a las mujeres en parejas. Diles que compartan unas con otras su merienda o bocadillo favorito. Van a traer su plato favorito a la reunión. A modo de refuerzo de este concepto, ten disponibles galletas horneadas, fruta y vegetales frescos, además de ponche.

Nuestro compañerismo

¿Cuántas de ustedes dirían que tienen buenas relaciones con al menos una de las personas a las que conocen? Podría ser que estés casada con tu mejor amigo o que tengas una relación especial con una amiga. ¿Qué hace que esa relación funcione tan bien? ¿Por qué consideras a esa persona tu amigo o amiga más íntima?

Pablo escribe a los filipenses en su calidad de seguidores de Cristo en lo que respecta a su relación con los demás. “Si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento” (Filipenses 2:1–2). Nos apresuramos a contestar afirmativamente a estas preguntas de Pablo. Por cierto, sentimos estímulo en nuestra unión con Cristo. Por supuesto, sentimos un consuelo inmenso y completo en su amor. Por cierto, también, vivimos un compañerismo en el Espíritu. Gracias a todas estas cosas nuestros corazones se han vuelto tiernos y compasivos.

Pero el punto que Pablo quería recalcar al hacer estas preguntas es que estas cualidades deben ser parte esencial de la vida y experiencia de un cristiano. Él prosigue tras estos versículos a ofrecer instrucciones adicionales: “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás” (Filipenses 2:3-4).

Todos estos mandatos se correlacionan bien unos con otros. Nuestros corazones naturalmente llenos de pecado están saturados de egoísmo. Muchas de las cosas que hacemos son para ayudarnos a nosotras mismas en nuestro camino hacia el éxito o para ayudar a los demás a vernos a nosotras bajo una luz más favorable. Sin embargo, el ejemplo de Cristo muestra claramente lo que debe ser una vida despojada de egoísmo. Si estamos viviendo una vida en que ponemos primero a nuestro prójimo, no trataremos de impresionar a los demás. Al pensar en los demás antes que en nosotras mismas, abrimos nuestros corazones a una humildad santa.

La vanidad se puede definir como el acto de pensar demasiado bien de sí o de tener “una opinión exageradamente favorable de la propia habilidad, importancia o ingeniosidad de una misma”. Cuando nos colocamos en el lugar en que de verdad merecemos estar y nos miramos comparándonos con el Señor, rápidamente hallamos la humildad que Pablo exige de nosotras.

El comentador Matthew Henry explica: “No hay peor enemigo del amor cristiano que el orgullo y la pasión”. Si hacemos las cosas siguiendo las instrucciones detalladas por Pablo para cada una de nosotras, rápidamente veremos el bien que obramos en nuestros hermanos y hermanas, fácilmente perdonaremos sus faltas, mientras detectaremos mucho más fácilmente nuestras propias faltas. Esto a su vez nos ayudará a acercarnos a los pies de Jesús a pedirle su perdón, en lugar de hallar faltas en nuestros hermanos y hermanas.

Nuestras relaciones más importantes deben ser con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. La mejor manera de desarrollar estas relaciones es seguir las instrucciones de Pablo.

Tómate un minuto para pensar en una manera en que pudiste haber sido bendecida por alguien en el pasado. Puede haberse tratado de ayuda financiera, de una mano de ayuda para realizar una tarea que te parecía imposible, o sólo palabras de ánimo en el momento que las necesitabas. Esta semana las aliento a cada una de ustedes a continuar “la cadena de favores” haciendo algo inesperado por alguien sin pensar en recibir algo a cambio. No tiene que ser algo que cueste dinero, sino algo que exija un poco de ti misma.