Pasaje bíblico
“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios” (1 Cor. 6:19, 20, NVI).
Guía del encuentro
Bienvenida y oración de apertura
Canción 117, “¿Has hallado en Cristo tu Salvador?” Cancionero del Ejército de Salvación *
Instrucciones para las cuatro estaciones de oración
Reflexiones finales “Un templo limpio”
(Compartir una vez que las participantes se hayan vuelto a reunir.)
Canción final: “Create in Me a Clean Heart”
(Crea en mí un corazón limpio)
(El video con la letra está disponible en inglés en YouTube)
Momento de decisión y oración final
* Edición argentina
Preparativos e instrucciones
Prepare las siguientes estaciones de oración en la capilla o en el salón donde se reúnen. Invite a las mujeres en pequeños grupos a visitar las estaciones, dedicando entre 20 y 25 minutos a cada estación. Apuesta una facilitadora en cada estación para que oriente a las mujeres en cada uno de los pasos del acto de adoración. El diálogo sugerido está escrito en texto en negrita. Algunos grupos podrían terminar antes que otros. Si es así, diles que vuelvan al salón donde se reúnen y se sienten a esperar que regresen los otros grupos.
Primera estación—Desinfecta mi mente
Crea un letrero que diga: “Desinfecta mi mente … Una mente llena de preocupaciones te puede dejar con las manos atadas”. Coloca una botella de desinfectante sobre la mesa y varios largos de cordel, cuerda o cinta de 6 pulgadas con un nudo suelto anudado en uno de sus extremos. Vas a necesitar varios largos para cada una de las participantes. Crea un letrero adicional que diga lo siguiente: “La Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre las preocupaciones. Lee lo siguientes versículos y deja que Dios desinfecte tu mente de las cosas que te preocupan”. Ten los siguientes pasajes bíblicos indicados en tarjetas que las mujeres se puedan llevar consigo: Filipenses 4:6-7; Proverbios 3:5-6; Juan 14:27; Salmo 55:22. Diálogo: “Toma un largo de cuerda y desanuda el nudo que tiene en uno de sus extremos. A medida que desanudas el nudo, pídele a Dios que remueva una preocupación importante de tu mente y de tu corazón. Pídele que te ayude con ella y confía en que él lo hará. Desanudar el nudo simboliza el acto de dejar atrás esa preocupación”.
Segunda estación—Purifica mi corazón
Crea un letrero que diga: “Purifica mi Corazón”. Dibuja con un marcador permanente un corazón en un recipiente grande de vidrio o bien pega al recipiente un corazón de papel. Éste debe ser lo suficientemente pequeño para que se pueda ver el líquido que se le echará al recipiente. Llena el recipiente de agua y lejía (blanqueador). (Experimenta previamente con la solución de agua/lejía, pues el tamaño de tu recipiente determinará cuánta lejía vas a necesitar para que tu demostración resulte exitosa.) Llena de agua y de un colorante oscuro de alimentos un recipiente de vidrio más pequeño. Crea un letrero con las siguientes palabras: “Confesar nuestros pecados es el primer paso que debemos dar para que Dios pueda purificar nuestros corazones”. Diálogo: “Si tenemos pecados no confesados, nuestros corazones permanecen divididos y nuestra relación con Dios se ve impedida. Dedica un momento a abrir tu corazón y a dejar que Dios revele los pecados no confesados de tu vida”. Toma el recipiente de líquido oscuro, el cual representa el pecado, y echa una pequeña cantidad en el recipiente con el líquido de agua y lejía, el cual representa a Dios. Diálogo: “Fíjate cómo nuestro corazón queda limpio de pecado porque Dios es fiel y porque quiere perdonar nuestros pecados. Dedica unos momentos a orar en silencio pidiéndole a Dios que te mantenga sensible a Su Espíritu de manera que el acto de confesar tus pecados sea rápido y constante”.
Tercera estación—Limpia mis palabras
Coloca dos pequeños recipientes sobre la mesa, uno con golosinas dulces y el otro con golosinas amargas. Identifica cada recipiente. Crea un letrero para la mesa que diga “Limpia mis palabras” por la parte de arriba. Añade el texto siguiente: “Hay numerosos versículos en la Biblia que hablan acerca de nuestro uso del lenguaje o de nuestra lengua. En Efesios 4:29 (NTV) leemos: ‘Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan”. Diálogo: Nuestras palabras son poderosas, tanto para bien como para mal. Prueba una golosina amarga. Mientras la comes, reflexiona sobre las últimas 24 a 48 horas y pídele a Dios que te perdone por cualquier cosa negativa que puedas haber dicho. Ahora come una golosina dulce. Deja que el sabor dulce se imponga sobre el sabor amargo, y pídele a Dios que te ayude a ser más alentadora para los demás en las palabras que uses al expresarte.
Cuarta estación—Lava mis manos
Ten disponibles suficientes botellitas de alcohol en gel para que cada participante tenga una. Si esto resulta demasiado caro, usa una botella grade y diles a las mujeres que la compartan. Coloca un letrero con las palabras: “Lava mis manos” por la parte de arriba y por la de abajo lo siguiente: “Nuestra motivación para las obras que realizamos es parte importante de la tarea de mantener nuestro templo limpio”. Diálogo: Somos buenas para hacer muchas cosas, pero a veces las hacemos por las razones equivocadas. En Colosenses 3:23 (NVI) leemos: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo”. Usa el alcohol en gel para lavarte las manos. Mientras lo haces, pídele a Dios que te revele cualquier motivación egoísta que hayas podido tener por las obras que realizas por la iglesia y por los demás. Confiésale al Señor estas motivaciones y pídele que te ayude en el futuro a realizar todas las obras por Él. Llévate una botella de alcohol en gel como recordatorio de tu oración.
Reflexiones finales—Un templo limpio
Algunas de nosotras que crecimos en este país cantábamos de niñas una conocida canción cristiana en inglés: “O be careful little eyes what you see. For the Father up above is looking down in love” (Oh cuidado ojitos con lo que ves, pues el padre allá arriba te está mirando con amor). Me encanta ese coro y sigue siendo un desafío aplicarlo en mi vida diaria. Es un recordatorio de que Dios sabe todo lo que hacemos a lo largo de nuestro día. Cuando nos convertimos en hijas de Dios, nos convertimos en Su Templo. La Primera carta a los Corintios 6:19-20 nos recuerda que nosotras somos Su templo. Dios sólo puede vivir en un templo santo y limpio. Hoy, a medida que pasábamos por cada una de nuestras estaciones, le pedimos que desinfectara, purificara, limpiara y lavara algunas áreas importantes de nuestro cuerpo, Su templo.
Como dice ese coro infantil que algunas cantábamos de niñas, hay aún más áreas que debemos considerar: nuestros ojos, es decir, lo que miramos, y nuestros pies, es decir, adónde vamos. También debemos considerar nuestra salud; cómo tratamos nuestros cuerpos según la manera en que comemos y hacemos ejercicio. Que el día de hoy nos sintamos desafiadas a dejar que Él haga una limpieza profunda de nuestros templos espirituales, así como, cuando llega la primavera, solemos hacer la limpieza profunda de nuestras casas. La tarea de limpiar nuestras casas requiere planificación, persistencia y continuidad. Nuestra limpieza espiritual profunda requiere los mismos esfuerzos.
Concluye el encuentro con un momento de decisión y una oración.