Agosto 2022 – Un amor que sana el alma

Agosto 2022 – Un amor que sana el alma

Guía del programa

Bienvenida e introducción

Alabanza que sana el alma y canciones de adoración

Te entrego mi ser https://www.youtube.com/watch?v=83X7XAavfWE

Cuán grande es Él https://www.youtube.com/watch?v=qXNCajKhRyw

Exploremos el alma

Oración

A Dios le pedí fuerzas, para hacer grandes logros.

Me dio debilidad para aprender humildemente a obedecer.

Pedí salud para hacer cosas grandes,

me dio enfermedad para poder hacer cosas buenas.

Pedí poder para obtener alabanzas,

me dio debilidad para sentir la necesidad de Dios.

Pedí todo para poder disfrutar de la vida,

me concedió la vida para poder disfrutar de todo.

No recibí nada de lo que pedí, pero sí todo lo que deseaba

a pesar de mí mismo las peticiones que no hice me fueron concedidas.

Yo entre los hombres soy el más afortunado.

Autor anónimo

Examinemos el alma

Todo está bien https://www.youtube.com/watch?v=KP5h5S3XziA

Manualidad: Calmemos nuestra alma

Busque en internet recetas y beneficios de las sales de baño.

Devocional: Un amor que sana el alma

Pasaje bíblico: 1 Samuel 1:1-18

Bendición

Un amor que sana el alma

Dijo Jesús: «—Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”».

(Mt 22: 37-39, NTV).

El alma es la naturaleza emocional del ser humano; la sustancia o la esencia de quienes somos. Es la energía central o la energía vital en cada ser humano. Es inmortal. La doctrina 11 del Ejército de Salvación habla sobre esto: «Creemos en la inmortalidad del alma, en la resurrección del cuerpo, en el juicio general al fin del mundo…». En este pasaje, la palabra griega para «alma» es psuché. Es una palabra cercana a psique y significa «aliento» o «aliento de vida». Dios sopló en Adán el aliento de vida y Adán se convirtió «en un ser vivo».

Puesto que Dios hizo el alma como el aspecto central del hombre que más se parece a Él, el alma es la parte de la psique humana más semejante a Dios. La naturaleza semejante a Dios del alma le da la capacidad de una gran profundidad y un gran cuidado. El alma se regocija, alaba, espera y es paciente. El alma puede estar satisfecha, feliz y en reposo con Dios y consigo misma. Debido a que el alma contiene emociones, apetitos y recuerdos, también es vulnerable al dolor y a las heridas. Puede volverse inestable, iracunda, temerosa, desesperada, débil, abatida, inquieta e incluso amarga.

Cuando Dios nos creó, nos dio un alma. Esa alma se desarrolló según la forma en que fuimos criadas. Algunas de nosotras fuimos amadas, alimentadas y bien cuidadas. Otras fuimos maltratadas, abusadas, descuidadas o incluso ignoradas. Independientemente de cómo se formó su alma, todas tenemos heridas del alma. Hay dolores y heridas que se infligieron en la psique que dejaron cicatrices emocionales. Quizás esto ocurrió cuando éramos pequeñas o podría haber sucedido recientemente. Sin embargo, muchas de nosotros no queremos enfrentarnos a las partes feas y oscuras en nuestro interior que contribuyeron a formar estas cicatrices. Es muy difícil ver nuestra alma por lo que es, lo bueno y lo malo. Como cristianas, no queremos ver nuestra naturaleza pecaminosa. Sin embargo, para aplicar el amor de Dios que sana el alma, tenemos que ver esos pecados y confesarlos ante Él. Las buenas noticias son: «Pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1: 9). Descubrir qué nos lastimó, nos ayudará a sanar nuestras almas. Enfrentar nuestras propias heridas nos ayuda a entender las heridas de los demás y nos ayuda en nuestras relaciones diarias.

Lea 1 Samuel 1:1-18.

Ana muestra una gran fe cuando le pide al Señor que la bendiga con un hijo. La oración nos ayuda a aprender la mejor manera de acercarnos a nuestras heridas, a nuestros quebrantamientos y a nuestros adversarios para verlos bien. Ana lleva estos problemas al Señor en oración. Cuando seguimos su ejemplo y ponemos nuestros problemas en las manos de Dios, Él nos da sanación, paz y alegría. Su gracia se hará evidente en nuestras vidas.

Pida a las mujeres que lean Mateo 22:37-40 en voz alta.

Jesús dijo que el primer mandamiento es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Cuando amamos a Dios con todo nuestro ser, no podemos evitar mostrar amor al prójimo. Es el fruto natural y lógico de ese amor. El segundo mandamiento que nos dio: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Cuando practicamos el amor que sana el alma, amamos a los demás.

«La muñeca rota», en Sopa de pollo para el alma de la madre, habla de una madre que le preguntó a su hija por qué había llegado tarde después de la escuela. La hija le explicó que a su amiga se le había caído su muñeca y que se había roto en pedazos. La madre esperó que su hija le contara que había ayudado a su amiga a arreglar la muñeca; pero en cambio, le dijo que ella no sabía cómo arreglarla, así que en lugar de eso la había ayudado a llorar. A menudo, amar a los demás como a nosotras mismas es solo estar ahí para ellos y ofrecer palabras de aliento. Por lo general, no podemos arreglar sus problemas, pero podemos sostenerles las manos y hacerles saber cuánto nos importan. Podemos orar por ellos para hacerles saber que también son importantes para Jesús.

¿Cuál es la condición de su alma? ¿Aman al Señor su Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente? ¿Aman a su prójimo como a ustedes mismas? ¿Le han entregado toda su alma al Señor o hay algo que les evita rendirse por completo a Él? Aunque sabemos que hemos sido salvadas por la sangre de Jesús, aún tenemos áreas de nuestra vida que necesitan sanación. Sanar es un proceso. Una amiga mía dijo: «No es suficiente predicar contra el pecado, porque el pecado no es el tema real. El pecado no es el problema. El pecado es tan solo la forma en que una persona busca medicar su problema». Seguimos pecando porque seguimos lastimadas. La plenitud de nuestra alma llega cuando acudimos al Señor en nuestra debilidad y dolor y le permitimos hacer lo que Él solo puede hacer. Solo Dios puede regenerar el espíritu humano. Solo Dios puede elevar a una persona hacia la madurez espiritual y hacia la plenitud del alma. La sanación de Dios restaura, ama, perdona y salva.

Polvo para limpiar el alma

Tiempo de reflexión y meditación

Como una señal externa de más necesidad de la sanación y restauración de Dios en nuestras vidas, las invito a acercarse y poner sus manos en el agua que sana. (Coloque recipientes llenos de agua en varios rincones de la sala de reunión). Como música de fondo, reproduzca la canción Cristo, Tú me has amado. https://www.youtube.com/watch?v=s08gRlsKlPk

Bendición vocal

Alaba, alma mía, al Señor.

Alaba, alma mía, al Señor.

Alabe todo mi ser

su santo nombre.

Salmos 103