Ahora puedo ver claramente
Coloca una variedad de anteojos de todo tipo en cada mesa, incluyendo anteojos de lectura, gafas de sol, anteojos de plástico con líneas a lo largo de los lentes. Incluye algunos anteojos con globos oculares con resortes del tipo que se usa en Halloween. Invita a las mujeres a escoger un par de esos anteojos y a describir en un papel la manera en que les afecta la visión. Luego, deben pasar su par de anteojos a la persona que tienen a su derecha y probar los anteojos que la compañera de la izquierda acababa de ponerse. Diles que expresen la manera diferente en que los distintos anteojos les permitieron ver. ¿Les mejoró o empeoró la visión cada uno de esos anteojos? ¿Por qué?
¿Qué fue lo que viste?
Dile a una de las mujeres que pase al frente del salón. Hazle algunas preguntas como: “¿Cuál es tu color favorito? ¿Cuál es tu estación favorita del año? ¿Dónde vives? Luego, dile a la mujer que abandone el salón. Reparte una hoja de papel con las siguientes preguntas sobre la persona que acaba de salir del salón.
- ¿De qué color eran sus ojos?
- ¿De qué color es su pelo?
- ¿Estaba usando barniz para las uñas? ¿De qué color?
- ¿Llevaba aros?
- ¿Llevaba un anillo?
- ¿Llevaba un reloj? ¿De qué tipo?
- ¿Qué tipo de zapatos tenía puestos?
- ¿Estaba usando calcetines?
- ¿Tenía puesto un cinturón?
- ¿Tenía algo en las manos?
- ¿Llevaba un collar?
- ¿Llevaba lentes?
Haz que la mujer regrese al salón e invita a las demás a hacer el recuento de sus respuestas correctas. ¿Cuánto pudiste ver realmente? ¿En qué te enfocaste? ¿Cuán a menudo miramos a alguien pero realmente no los vemos porque estamos enfocadas en otra cosa?
Canten el Coro 386 del Salvation Army Song Book, “Open Our Eyes, Lord” (Abre Tus ojos, Señor) (sólo disponible en inglés)
Oración de apertura
Ahora puedo ver claramente
Lee Lucas 19:1–10 (NVI).
Cuando queremos ver algo más claramente, hacemos lo que haya que hacer para lograrlo. Nos acercamos al frente del salón; conseguimos anteojos con lentes de aumento; protegemos nuestros ojos del sol. Cuando queremos ver, hacemos lo que haya que hacer.
Zaqueo había oído hablar de Jesús. Muy probablemente había oído hablar acerca de los milagros y quería saber más sobre este hombre. Al enterarse de que Jesús iba a venir a su pueblo, no se iba a perder la oportunidad de verlo con sus propios ojos.
El problema es que era más bajo de estatura que la mayoría de la gente y no podía ver por encima de la multitud. Ésta era tan numerosa y la gente estaba tan apretada unos contra otros que Zaqueo no lograba abrirse paso para llegar adelante. Mientras la gente cubría el acceso, Zaqueo corrió hacia un costado tratando de rodear a la multitud y conseguir ver a Jesús. Avistó un sicomoro con ramas lo suficientemente bajas y fuertes como para subirse sobre una de ellas. Y justo había una rama orientada hacia donde estaba Jesús de modo que se encaramó sobre ella y se sentó para poder ver por encima de la multitud.
La multitud seguía apiñándose pero, a pesar de sus esfuerzos, Zaqueo seguía sin poder ver a Jesús. Entonces oyó una voz que lo llamaba por su nombre. Miró hacia abajo y vio a Jesús. No sólo estaba Él llamándolo por su nombre, sino que le dijo a Zaqueo que quería ir a su casa ese mismo día.
Zaqueo debe haber pensado: “¿Por qué querría Jesús venir a mi casa? ¿Acaso me conoce y sabe lo que hago para ganarme la vida? Yo soy recaudador de impuestos, soy detestado por la mayoría de la gente. No merezco recibirlo en mi casa”. Sin embargo, él sabía que la gente se refería a Jesús como el “Maestro”. Si Jesús quería venir a su casa, Zaqueo le mostraría el camino. Él quería saber más acerca de este Maestro. Por cierto, la gente comenzó a quejarse de inmediato de que Jesús se dirigiese a la casa del recaudador de impuestos para visitarlo. Consideraban a Zaqueo un “pecador.” ¿Por qué iría Jesús a su casa?
Zaqueo vio a Jesús, pero Jesús vio directo al fondo del corazón de Zaqueo. Sabía que Zaqueo había robado dinero a las personas cobrándoles más impuestos de lo que correspondía. Zaqueo se dio cuenta de inmediato de que estaba en presencia del Señor y sintió todo el peso de su pecado. Ofreció dar la mitad de sus riquezas a los pobres y pagar a aquellos a los que había engañado cuatro veces más de lo que les había quitado.
Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. En otras palabras, Zaqueo hizo de su corazón la casa de Cristo. ¿Has dejado que Jesús se sienta en tu corazón como en Su casa?
Antes de concluir, y si las participantes están familiarizadas con el idioma inglés, pon a tocar la canción: “Do They See Jesus In Me” (¿Ven a Jesús en mí’”) de Joy Williams. Se puede hallar un video de esta canción en YouTube.
Concluye el encuentro en oración, pidiendo que los demás vean a Jesús cuando nos miren a nosotras.