Los niños están llorando. La casa es un desastre. Hay cuentas que pagar, pero no suficiente dinero para pagarlas. Hay horarios que cumplir, escuela, trabajo, actividades y citas. Ésta es una pequeña muestra de la vida diaria que nos deja muy poco tiempo para meditar sobre la Escritura y compartir un momento con el Señor. Cuando nos sentimos agotadas y solas comenzamos a abrigar dudas. Es ahí cuando Satanás se hace presente y nos susurra sus mentiras: “Es demasiado, hay una manera más fácil, Dios no es bueno, Él no te ama”. Aléjate de esos pensamientos. Es durante nuestro momento de intimidad con el Señor que Él crece y nos fortalece. El poder de la oración nos transforma de “esto es imposible” a “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).
Las mujeres son creadas para compartir la adoración comunal. Tu Cuerpo es el lugar perfecto para vivir en tu vida lo que Colosenses 3:16-17 nos invita a hacer: “Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de Él” (NVI).
Fija una hora para celebrar un momento de adoración comunal reuniendo a los oficiales, integrantes del personal y de la comunidad a compartir un momento dedicado a la enseñanza, la oración y el consejo mutuo con el fin de fortalecernos y renovarnos mutuamente. Considera la posibilidad de proveer cuidado infantil. Dependiendo de la hora en que se reúnen, los grupos juveniles podrían proveer servicios de cuidado de niños a domicilio mientras las madres se encuentran reunidas.
El tiempo dedicado comunalmente a la oración y a la conversación no sólo es alimento para el alma, sino que crea además importantes vínculos que cada una de nosotras necesita en el cuerpo de Cristo. Las adolescentes derivan satisfacción al realizar este tipo de servicio y se sienten valoradas, las madres se pueden poner de acuerdo entre ellas para cuidar los niños unas de otras cada vez que necesitan disfrutar de esa tan ansiada pausa cuando se sienten abrumadas, y es de esta manera que la confianza entre ellas y las amistades florecen. Las integrantes del Cuerpo pueden compartir información sobre los servicios que se ofrecen para satisfacer las necesidades de todas las que asisten a los encuentros.
Dios nos creó a cada una de nosotras con dones y talentos únicos para servirlo a Él. El Salmo 139:14 dice: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!” (NVI). Cuando estamos tan ocupadas y nuestras reservas de energía ya están agotadas, es fácil sentirnos abrumadas con nuestra vida diaria y escépticas de nuestra valía como personas. El hecho de reunirnos todas juntas nos orienta hacia lo que es importantes y arroja una luz sobre los dones y talentos que Dios nos ha dado con el fin de que los usemos para la gloria de Su reino y para fortalecer el cuerpo de Cristo.