Siempre me ha gustado cocinar – bueno, casi siempre – aunque mi talento no es nada extraordinaria. Cuando estaba recién casada, buscaba recetas e hice listas de los ingredientes que necesitaba comprar. Algunos de los ingredientes fueron caros o difíciles de encontrar. Con el tiempo, aprendí a buscar las cosas que fueron menos caros (en oferta) o vegetales o frutas que fueron en su temporada. El resultado fue que no solamente tenía mejor sabor, sino que fueron más baratos a la vez. Empecé a planificar con los ingredientes más disponibles y abundantes y no con las cosas que no tenía. No solamente fue que mis comidas tenían mejor sabor sino que la experiencia de concinar fue más divertido y creativo para mí.
He encontrado la misma estrategia se aplica al ministerio, especialmente el ministerio a las mujeres. Como preparar una comida, podemos intentar a hacer un ministerio porque nos agrada o que pocas otras le gustan, o podemos enfocar nuestras programas en suplir las necesidades de las mujeres en nuestras comunidades. A veces hacemos nuestros planes y esperamos que la gente sean parte de ellos. Lo que Jesús hizo, y lo que debemos hacer también, es tomar en cuenta las necesidades de otros y buscar maneras de resolverlas.
Mateo 25:35-40 Nueva Versión Internacional (NVI)
35 Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; 36 necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”. 37 Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” 40 El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
Pastoreando a las mujeres en nuestras comunidades puede ser un desafío, especialmente si tienen una historia o cultura diferente de nuestra cultura, o en lo cual nos sentimos cómodos. Pero la Biblia habla claramente sobre para quien lo hacemos, y porque (¡porque Cristo nos manda!).
A veces hacemos las mismas cosas en las mismas maneras porque no sabemos cómo cambiar o no queremos cambiar. Muchas de nosotras han sido bendecidas al estar en comunidades que están cambiando y encontramos que Dios nos trae gente de todas las partes del mundo y los E.E.U.U. Que buena oportunidad a hacer un cambio a lo “siempre lo hemos hecho así”. Sin embargo, este involucra que estemos educados para saber quiénes están en nuestras comunidades y como podemos ayudarles. Podemos asumir, ¿pero asumimos en forma correcta? Por ejemplo, quizás tenemos inmigrantes quienes vienen de una religión diferente que nuestra – pero, algunas de las necesidades básicas son las mismas en todas las culturas, especialmente para las mujeres. Organiza un evento para las mujeres y sus hijos, o unas clases de Inglés Como Segunda Idiomas (ESL) si es una necesidad en su comunidad. A veces hay clases en la comunidad pero no a la hora conveniente ni un nivel educacional en lo cual la gente se siente cómoda. (Aun si no habla bien todavía se puede enseñar una clase así.) Orando durante la clase es una manera buena a introducir la gente a Cristo en forma no conflictivo. También, igual como en la cocina, tenemos que intentar vez tras vez – cambiando la hora u otras cosas hasta que tenemos éxito.
Porque una persona habla otro idioma o viene de otra cultura no puede ser una excusa de no tratar de alcanzar a la persona. Puede ser que comparten algunas de los mismos intereses o preocupaciones. ¿Cómo puede saber si es así? ¡Pregúntale! Frecuentemente, los niños traducen para sus padres para que puedan comunicarse aún un poco. O busca un hablante del otro idioma quien puede hablar sobre un tema. Puede ser que hay “una cultura adentro de una cultura”. Por ejemplo, quiere alcanzar las necesidades de mujeres quienes trabajan afuera de la casa en una cultura donde no es una tradición de la cultura. O quiere proveer un descanso para madres solteras (planifica una actividad adicional para los niños). Mi abuela vino al Ejército de Salvación porque era una sirvienta en una casa privada y el Ejercito ofrecía un lugar para ellas en sus días libres.
La cosa más importante que podemos hacer para cualquiera persona es compartir el amor de Cristo y ayudarla a tomar el próximo paso en su peregrinaje espiritual con Cristo. Las preguntas que tenemos que hacer a nosotras mimas son, ¿Quiénes son las mujeres en mi comunidad y cuáles son sus necesidades físicas, mentales, emocionales, y espirituales? Porque Dios desea que todas están en relación con El – quizás hoy en día es el día que Dios desea utilizarle en maneras sorprendente y nueva para alcanzar la necesidad de alguien quien está buscando – ¡y Dios mando a usted!